Ellas son Aixa Portero de la Torre, Ana Jarén, Blanca Lacasa, Laura Riñón Sirera, Valle Galera de Ulierte, Inma Serrano, Lara Costafreda, Mercedes Cebrián, Ximena Maier, Patricia Bolaños, Raquel Peláez y Marta del Riego. Ese es el orden en el que aparecen en la composición fotográfica que ilustra esta crónica. Todas ellas son ilustradoras y escritoras de Tintablanca, autoras de los libros más bellos sobre las ciudades y los paisajes culturales más bellos del mundo. La primera es la ilustradora de La Alhambra, la segunda dibujó Los Caminos del Quijote y la tercera ilustró París. Por su lado, Laura Riñón es la escritora de Cartas desde Massachusetts, Valle Galera de Ulierte firmó las ilustraciones de Venecia, Inma Serrano las de Londres y Lara Costafreda las de Barcelona. Mercedes Cebrián es la autora de Roma, Ximena Maier ilustró Madrid, Patricia Bolaños dibujó el libro de Cartas desde Massachusetts, mientras Raquel Peláez es la escritora de Londres y Marta del Riego la autora de los textos de Berlín.
Muy pronto a esta nómina de excepcionales autoras se sumará María José Solano, escritora de Jerez de la Frontera, una próxima Tintablanca. ¿Qué las une? ¿Qué las emparenta? ¿Qué las unifica y a la vez las diferencia? Las dos primeras preguntas tienen una respuesta sencilla: todas las escritoras y artistas que han participado en los proyectos editoriales de Tintablanca arrastran una excepcional carrera profesional, son reconocidas en sus ámbitos y la crítica ha pontificado sus disciplinas y sus diferentes trabajos. Todas ellas parten del rigor, el conocimiento y el empeño. Las diferencia la heterodoxia, la mirada, la doblez que cada una de ellas imprime a su obra. Y esos ángulos, esas aristas, esas miradas están detrás del esfuerzo de Tintablanca por editar libros que no se parezcan a ningún otro. Es más: que no se parezcan entre ellos a no ser por la belleza, la fortaleza intelectual y la delicadeza con la que están hechos. Las mujeres que forman parte de Tintablanca celebran todos los días del año su día.