Jerez es la ciudad del flamenco, los caballos y el vino. Pero más allá de esa triada cultural y dionisiaca, la ciudad más grande de Cádiz encierra una historia caudalosa y por eso una estela literaria pontificada por los grandes viajeros románticos que llegaron hasta aquí durante los siglos XVIII y XIX. Sus barrios antiguos, cada uno diferente al otro, eleva al cielo gaditano los campanarios y espadañas de sus iglesias, memoria de antiguas mezquitas. La ciudad está rodeada de viñas donde enraízan viejas cepas y sus bodegas son catedrales por su silencio y oscuridad, a la vez que una promesa de conversación y felicidad por lo que contienen sus botas.
Jerez es mucho más que un paseo por la ciudad patrimonial y literaria, la renovada caminata frente a los mitos de la gran urbe gaditana, el apasionamiento por el flamenco, los caballos de pura raza española o el vino más delicioso del mundo. Jerez, en palabras de sus autores, es sobre todo una carta de amor, una declaración de gratitud y admiración a la ciudad que resume mejor que ninguna otra la tautología del sur de España, el ensayo literario y artístico frente a la realidad urbana donde se diría reside la inspiración y sus musas, la mitología y sus narradores.
María José Solano ha escrito una Tintablanca desde la contemplación, el estudio y la obstinación por compilar y conocer los grandes nombres que engrandecieron la ciudad. Es historiadora del arte y esa mirada se percibe en la exquisita sensibilidad que muestra en sus paseos, en los adjetivos y las reflexiones ante los monumentos y los pregones literarios dedicados a la ciudad más grande y habitada de Cádiz. Es periodista y su curiosidad la delata frente a la extensa nómina de hombres y mujeres fascinantes que pasean por su libro. Es escritora y esa ingobernable vocación ha hecho que su Tintablanca sea un texto delicioso, pulido y sereno, con esa narrativa personal, subjetiva e intransferible que singulariza todos nuestros libros.
Miki Leal, uno de los pintores españoles más reconocidos hoy día, ha puesto en pie un proyecto artístico de extraordinario valor. Sus ilustraciones sustancian Jerez, sintetizan la esencia más escondida de la ciudad, resumen de modo perfecto lo que vemos y sentimos cuando paseamos por ella, reconocemos los monumentos, hacemos nuestros los símbolos, bebemos a su lado cuando dibuja una bodega, charlamos con el viajero ilustre que ha retratado y participamos, en fin, de la idea general que Jerez transmite al mundo. Ese modo originalísimo que Miki Leal tiene de enfrentarnos al arte encuentra en la Tintablanca de Jerez un resumen perfeccionado de su imaginario interior, lleno de color, serenidad, sonrisas y modernidad.
Título | Jerez | |||
Autores | María José Solano (Escritora), Miki Leal (Ilustrador) | |||
Número de páginas | 240 Libro en tapa dura encuadernado en tela de algodón orgánico teñido con tintes naturales. Tripas con 224 páginas de papel arte de 100 gramos, ideal para caligrafías con todo tipo de útiles de escritura, más un cuardenillo de 16 páginas en papel extrablanco de 200 gramos para bocetos y dibujos, resistente a las técnicas pictóricas al agua. |
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Medidas | 205 x 130 mm | |||
ISBN |
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Primera edición |
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Segunda edición
(english) |
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Descripción | María José Solano y el artista Miki Leal viajan a Jerez, la ciudad literaria y monumental, síntesis del flamenco, el caballo y el universo del vino ¿Qué contiene la Tintablanca de Jerez? |
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Description | María José Solano and artist Miki Leal travel to Jerez, a city of literature and monuments, a synthesis of flamenco, horses and the world of wine. Jerez is the city of flamenco, horses and wine. Above and beyond that cultural and Dionysian triad, however, the largest city in the province of Cádiz contains a rich history and a literary trail that can be traced back to the great Romantic travellers who came here during the 18th and 19th centuries. Its historic neighbourhoods and quarters, each different from the next, thrust up the bell towers and spires of their churches – and the memory of their ancient mosques – into the Cádiz sky. The town is surrounded by vineyards where seasoned vines take root, and its bodegas – dark and silent as cathedrals – are full of the promise of conversation and joy for what their casks contain. |
«Dedicamos los tres primeros capítulos de la Tintablanca de Jerez a entrar en la ciudad, andarla sin rumbo, recorrerla sin descanso, penetrar en sus grandes monumentos y tratar de apresar el mundo interior que encierran sus barrios. Luego el libro se hace más meditativo y espiritual cuando los autores buscan las singularidades de la ciudad. Ambos participan de sus tentaciones dionisiacas y no hay vino que dejen de paladear ni bodega en la que dejen de entrar». La manifiesta vocación literaria de la autora se expande en los capítulos dedicados a los grandes viajeros que visitaron Jerez y a los escritores que la pregonaron sin descanso. Hay un texto magnífico dedicado a la larga sombra de Shakespeare cuando el bardo hace abjurar a sus hijos de cualquier bebida que no sea el sherry. Solano, por cierto, no olvida la bota de amontillado de Poe ni el apego de Orson Welles por este manjar en sus películas más célebres.
Tanta es la vocación de los autores por el vino que la Tintablanca de Jerez termina en las bodegas donde ambos piden asilo político frente a un palo cortado. Cuentan que en Cayetano del Pino, una de las marcas gourmet más reconocidas de aquel marco, los dos acabaron por comprender el significado de Jerez frente a la nobleza de sus vinos. Hasta un perro bodeguero anduvo cerca de ellos en aquel epílogo al libro.