Ignacio Camacho y el artista Ricardo Suárez pasean Sevilla, la ciudad que inventó el Barroco a orillas del río mayor de Andalucía
Para el columnista Ignacio Camacho, Sevilla es una idealización, «una utopía reconstruida por la memoria del esplendor desvanecido que permanece en la conciencia profunda de la ciudad como una seña de identidad inmune al desgaste del tiempo, de la decadencia y del olvido». En ninguna otra ciudad de España el Barroco cobra tanto interés y significado. La capital de Andalucía convierte esta corriente artística en un adjetivo que permea la Semana Santa y el resto de tradiciones festivas, y que extiende su narrativa a la trama urbana, a la literatura, al valor de su pintura y su música. Y todo ello para convertir esta realidad cosida a un río en una de las ciudades más bellas del mundo.
«El Barroco no sólo deja en Sevilla gran parte de la monumentalidad de un patrimonio excelso. Más allá de eso, configura la impronta sobre la que la ciudad aprenderá a reconocerse en el tiempo. Una manera de desafiar la realidad y acunarse en una suerte de orgulloso narcisismo a despecho de la depresión, de la quiebra, del aislamiento».
Sobre los autores de Sevilla El Pretérito Perfecto
—Marchena, Sevilla, 1957—
Es filólogo y periodista, y está considerado uno de los columnistas más reconocidos de España. Escribe en Abc, periódico que dirigió entre 2004 y 2005. Ha sido galardonado con los premios Mariano de Cavia, González Ruano, Julio Camba, Romero Murube y Miguel Delibes, entre otros. Es académico de la Real de Buenas Letras de Sevilla.
Sevilla en palabras de Ignacio Camacho: «El Barroco no sólo deja en Sevilla gran parte de la monumentalidad de un patrimonio excelso. Más allá de eso, configura la impronta sobre la que la ciudad aprenderá a reconocerse en el tiempo. Una manera de desafiar la realidad y acunarse en una suerte de orgulloso narcisismo a despecho de la depresión, de la quiebra, del aislamiento».
—Sevilla, 1969—
Es pintor y escultor, uno de los más destacados artistas de su generación. Se doctoró en la Universidad de Sevilla, se formó en Roma, Florencia y Venecia, y ha ejercido la docencia en numerosas instituciones académicas. Ortodoxo en el paisaje y heterodoxo en la mirada, su pintura mira hacia el Guadalquivir. Su obra vive en importantes museos y colecciones privadas.